Por Katia Riveros Zepeda
La historia del conocimiento ha estado marcada por barreras que han limitado la participación de ciertos grupos en la producción científica. A pesar de los avances, persisten brechas que dificultan la inclusión plena de mujeres y niñas en la ciencia. La exclusión no ha sido solo una cuestión de acceso, sino también de reconocimiento, muchas han contribuido al desarrollo científico sin recibir el crédito merecido. Este fenómeno no es solo una deuda histórica, sino una realidad que sigue moldeando los espacios académicos y profesionales.

El acceso a la educación y a la producción de conocimiento es un derecho fundamental. Sin embargo, las estructuras del saber han sido diseñadas bajo paradigmas que no siempre consideran la diversidad de experiencias y perspectivas. En este sentido, la equidad en la ciencia no puede limitarse a la incorporación de más mujeres en laboratorios o proyectos de investigación; implica una transformación profunda de los modelos de enseñanza, de las políticas de financiamiento y de los criterios de validación del conocimiento.
En este camino, la educación juega un papel crucial. No se trata solo de motivar a más niñas a interesarse en disciplinas de investigación científica, sino de garantizar que encuentren espacios donde su curiosidad y creatividad sean valoradas y promovidas. Las narrativas de la ciencia deben incluirlas desde sus primeras experiencias de aprendizaje, ofreciendo referentes que les permitan verse a sí mismas como futuras investigadoras, ingenieras, artistas, escritoras o innovadoras.
Los desafíos del siglo XXI requieren soluciones complejas y colaborativas. La crisis climática, la inteligencia artificial y la transformación social exigen enfoques interdisciplinarios y diversas formas de pensamiento. No podemos darnos el lujo de prescindir de ninguna mirada. La participación de mujeres y niñas en la ciencia no es solo un acto de justicia, sino una necesidad para el desarrollo del conocimiento en todas sus dimensiones.
El 11 de febrero, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, nos recuerda la importancia de seguir trabajando por un futuro donde la equidad en el conocimiento sea una realidad, no solo una aspiración (UNESCO, 2023).