Esta semana descubrí un disco llamado Oxygène del artista francés Jean Michel Jarre. Lo puedes encontrar fácilmente en YouTube y consiste en un compilado de composiciones de música electrónica cargada a sonidos que sintetizan una orquesta propia.
Qué buen nombre para un disco pensaba en el trayecto en bus desde Copiapó a Caldera. Oxígeno en francés, en inglés o en cualquier idioma es un buen augurio, una buena cosa para seguir viviendo.
Entonces, ¿qué no existe en este mundo ancho y ajeno que no esté relacionado al oxígeno? Las tres efes de la naturaleza están íntimamente relacionadas a este elemento químico: la flora, la fauna y los fungi.
Pero esta obra se encarga de la fauna, así que a partir de ella se da la natural selección de fragmentos que me impactan como lector de poesía por la viveza o vitalidad de las imágenes que Pablo utiliza para componer sus poemas.
Con anterioridad he leído “Miel” publicado por Tierra Culta. Tras esos poemas persiste una voz poética asociada al viaje, al movimiento, a la colectividad encarnada en personajes que habitan el poema, como alguna vez Gabriela Mistral hizo en su largo “Poema de Chile”.
Por ello no es de extrañar el cruce que el poeta Orellana ha trazado en “Inteligencia Animal” mediante la fábula, recurso que usa como vehículo de representación literaria. El poema adquiere una connotación doble: ejercicio de la docencia, es decir con didáctica de la vida y a la vez cómo ejercicio poético, es decir, el poema convertido en un mantra contra la devastación de los ecosistemas.
Me recuerda esto último a la anécdota del circo en llamas de Enrique Lihn, en donde un payaso sale al escenario a los gritos diciéndole al público que el circo se incendia, ante lo que el público se caga de la risa porque piensa que es parte del show… el payaso al igual que el poeta es el médium para indicar la falla geológica o la fuga de gas.
“Inteligencia Animal” como concepto permite oponerse a la fuerza bruta de la maquinaria, no a la inteligencia que montada en la ideología de la máquina hace lucir cómo baila el monito. Inteligencia Animal como la sabiduría del mono que pudo hacerse homo sapiens o incluso quedarse hecho mono para siempre como en la canción de La Floripondio: Bailando como mono.
Hacer manada, hacer grupo, ser mamíferos refugiados al interior de una cueva, materialismo del antropoceno. “Quizás ni el carbono 14 será capaz de reconstruir los hechos verdaderos” escribe el poeta mexicano Mario Santiago Papasquiaro, pero Orellana anota en cambio anota que «las palomas conocen nuestra lengua verdadera» (p. 35).
Donde están las palomas está la poesía. Ya no hay tiempo para cisnes pintados al óleo, son las palomas quienes en su aleteo separan y zurcen el ayer con el mañana, en ese mañana anota Orellana «mañana seguro habrán múltiples aguas» (p. 29).
Todo esto que he anotado son ideas que el poemario me ha hecho pensar tras la lectura de Inteligencia Animal, obra que propone un tratado de zoología mediante un diálogo abierto para un otro, es una poesía para preservar la especie
«Ay, gata mía» escribe el poeta y a lo lejos guau, guau, guau, ladran los perros, porque es ante todo un poemario lleno de onomatopeyas que conforman su propia orquesta, orquesta que pueden leer en el último poema del libro.